El consumo de insectos fue mencionado en la Biblia hace más de 2.000 años. En Levítico 11:22 se señala que las langostas y los grillos son animales “limpios” y, por lo tanto, aptos para ser consumidos.
En su libro Edible Insects and Human Evolution (“Insectos Comestibles y Evolución Humana”) la antropóloga Julie Lesnik cita dos ejemplos de consumo humano en la Antigua Europa:
- En el siglo IV a.C., el filósofo Aristóteles mencionó en su libro Historia Animalium el placer que le generaba comer cigarras, además de algunas formas eficientes de criarlos.
- El segundo ejemplo menciona a la larva de Cossus cossus en la cocina de la Antigua Roma, un alimento muy apreciado, según describe el escritor de ese tiempo Plinio el Viejo.
Otro caso es el de Mesoamérica, donde se cree que una de las fuentes de proteína de los aztecas fueron los insectos y los huevos de insectos, estos últimos semicultivados en pantanos y estanques en la Mesa Central de México.

¿Cuándo y cómo empezó el consumo de insectos?
Los insectos son tan valiosos como la carne y los vegetales y la reconstrucción de la dieta humana necesita tomar en consideración el valor nutricional de estos alimentos.
Los humanos han consumido insectos desde la era paleolítica, es decir, desde hace más de 12.000 años, en algunos casos como alimento de emergencia, en otras circunstancias como complemento o ingrediente y, aún en otros casos, como manjares.
Es preciso conocer la dieta de nuestros parientes evolutivos más cercanos para entender el origen del consumo humano de insectos.
El ser humano u Homo sapiens es una especie que pertenece a la familia de los primates homínidos, la cual incluye, también, a los gorilas, chimpancés, bonobos y orangutanes. Los primatólogos han demostrado que muchos primates recolectan y comen insectos, a menudo durante la búsqueda de fruta.
De acuerdo con una investigación sobre la evolución de la dieta humana con insectos del Doctor en Ciencias Etnobiológicas V. Benno Meyer-Rochow, quizás no sea demasiado descabellado concluir que las primeras especies de insectos que encontraron aceptación por parte de los humanos fueron aquellas que se comían junto con la recolección de frutas. Dichos insectos eran incluso dulces o, al menos, asociados con un alimento dulce.
Después de la aceptación de especies de insectos dulces o relacionados con frutas como alimento humano (ej. gusanos del melón, larvas de abeja), los insectos grasos habrían sido el segundo grupo en encontrar aceptación (ej. oruga de palmera), seguidos de aquellos ricos en proteínas (ej. saltamontes).

Los insectos abundan en las zonas tropicales
La mayor parte de la evolución humana tuvo lugar en África, donde los insectos comestibles abundan, principalmente en las zonas tropicales. La gran mayoría de los países con clima tropical mantienen alguna tradición culinaria con insectos. Por ejemplo, se ha estimado que en Kinshasa, capital de la República Democrática del Congo, se consumen al año 96 toneladas de orugas.
Está demostrado que en aquellos países ubicados sobre la línea del Ecuador las probabilidades de que existan hábitos de consumo de insectos son mayores que en los países del norte y del sur que están más alejados de las zonas tropicales.
Basta con mirar una planisferio para identificar las regiones donde serán propensas a aparecer grandes familias de insectos, gracias al clima cálido y húmedo constante durante todo el año y a las selvas abundantes.
Tales son los casos de México, Colombia, Brasil, El Congo, Nigeria, Ghana y los países del sudeste de Asia.

Sin embargo, en regiones como Norteamérica y Europa, las frías temperaturas hacen imposible la presencia de grandes cantidades de insectos, por lo que estos no representan una fuente de alimento suficiente para satisfacer las necesidades humanas.
Los habitantes de estas tierras optaban por consumir animales de gran tamaño, como bovinos, porcinos, ovinos y caprinos, para responder a las demandas calóricas del frío continental. Se cree que el clima frío es uno de los motivos que pudo haber limitado a las sociedades occidentales a adoptar una dieta con insectos.
Especies de insectos consumidas
Se han registrado 2086 especies de insectos comestibles en 130 países, siendo América el continente con el mayor número identificado (679), seguido de África (524) y Asia (349).
En México se han descrito 549 especies de insectos comestibles, de acuerdo con una investigación publicada por la mayor experta en insectos comestibles de la historia mexicana, la Dra. Julieta Ramos-Elorduy.
La mayoría de los insectos comestibles del mundo incluye a los escarabajos, las abejas, las hormigas, los grillos, los saltamontes, las orugas, las termitas y las chinches, los cuales pueden ser consumidos en alguna o en todas sus etapas de vida: huevo, larva, pupa, ninfa y/o adulto. Por ejemplo, los escarabajos se suelen utilizar como alimento en su fase larvaria, mientras que los gusanos de seda, en su estado pupal, y los grillos, en su fase juvenil o adulta.

¿Cuándo comenzamos a prestarle atención al estudio de la entomofagia?
La palabra “entomofagia” proviene de los términos griegos ‘entomo’= insecto y ‘fagus’= comer. Sin embargo, la dieta entomófaga suele incluir otros animales que no son insectos, como arácnidos (arañas y escorpiones) y miriápodos (ciempiés y milpiés).
Aunque algunas publicaciones ya habían tratado la entomofagia humana (McKeown 1936; Bristowe 1932; Campbell 1926; Bequaert 1921; Holt 1885), fue Fritz Simon Bodenheimer quien, en 1951 con su libro titulado Insects as human food (“Los insectos como alimento humano”), puso el estudio de la entomofagia en una base científica. Por primera vez se presentó un estudio sobre los insectos como alimento en un contexto histórico.
El gran break se dio en el 2010 cuando salió la edición de TED Global Conference, donde Marcel Dicke, un ecologista entomólogo de Holanda, dio una charla titulada igual que el libro publicado en 1885 por Vincent Holt: Why Not Eat Insects? (“¿Por qué no comer insectos?”).
En el 2013, la FAO publicó un informe completo titulado Edible Insects: Future prospects for food and feed security (“Insectos Comestibles: Perspectivas futuras para la seguridad de alimentos y piensos”), detallando los beneficios nutricionales, medioambientales y culturales de utilizar los insectos como alimento humano y como pienso.
La entomofagia en el presente
A lo largo del siglo XXI, las miradas en torno a los insectos comestibles han ido cambiando progresivamente. Cocineros y comensales de todo el mundo están revalorizando a los insectos como alimentos de lujo, al punto tal que hoy se sirven platos con insectos en Noma, un restaurante con tres estrellas Michelin.
Además, la entomofagia ayuda a garantizar la seguridad alimentaria de las personas, a su vez que cuida los ecosistemas a través de prácticas de agricultura sustentable.
Hay un gran potencial para desarrollar ingredientes y productos a base de insectos, probablemente incluso más allá de los ingredientes para alimentación humana y animal.
La innovación y el desarrollo en el campo de los insectos comestibles están cambiando nuestra forma de vivir. ¿Te apuntas a ser parte de la transformación?